"lAs CaLuMnIaS dE pUtA cIuDaD pErTeNeCeN aL pUeBlO"


domingo, 4 de julio de 2010

UN ÚLTIMO CRONISTA






Se ha acabado el mundial para mí y debo volver a mi estúpida vida, a mi insignificante vida privada. No crean que soy un pichi. Soy empresario y asesor político. Soy profesor universitario y reconocido escritor aunque firmo con otra identidad. Pero cuando era mozo y tirador de café era lo mismo. Y cuando fui una basura vilipendiada por todos lo mismo. Concluyó la única épica posible que queda, no van ustedes a creer que la política, el arte de la traición, puede dar otra cosa que falsas ilusiones, macanas, estafas, negociados de mierda. Y dominar en definitiva es estar dominado por el dominio. Primero por uno, y después al final por el dominado. No lo olviden queridos estúpidos. Yo ya estoy hecho. Me realicé. Fracasé a mi modo. Todos vamos derecho a la tumba, todos tropezamos hasta con el más insignificante bache de calle, todos si triunfamos nos humillamos para lograrlo, cuando no nos humillamos por humillar, nos humillamos para luego humillar. Hemos caído en cuartos de final otra vez. Nuestro héroe ha caído de nuevo. Me da lo mismo seguir conduciendo mi empresa y garcando desprevenidos que irme al crotario municipal y desayunar mate cocido con tostadas de pan de antesdeayer. Y si no me da lo mismo, me da lo mismo. Así es, todos nos acostumbramos a nuestra cueva, le encontramos el gusto y en ella soportamos nuestra obscena vida. Hemos caído con los desagradables alemanes otra vez. No sé –ahora lo recuedo- qué tenía para decir. La escritura manual me resulta demasiado lenta. La escritura en teclado me resulta demasiado rápida. Esto no va a sobrevivir, esto se perderá en la nada. Escribo bajo los efectos del clonazepam, mi buen amigo. Mi filósofo epicúreo de cabecera. A mano me aburro, a mitad de la frase que pensé ya pensé diez más que se pierden. Con el teclado, al revés, empiezo a escribir lo que pensé y no lo termino que ya lo cambio y luego cambio en donde cambiaba y luego… Estoy viendo como terminar esto. No quisiera tener que escribir otra novela. En esta vida. Estoy hecho, realizado. He por fin encontrado mi forma de fracasar en su propia expresión. ¿Si terminara en esta oración? Señores: el mundial es la única épica posible, por ella dejo de pensar en aplastar a mi hermano. La política, como se sabe, nunca será comprometida. En todo ello siempre se sirve a dos reinos; temprano o tarde, se dice por un lado, se hace por otro. Ni pensemos en el arte, esa política para los cobardes, neutros sexuales, ese circo soporífero armado para que prosperen las mayores debilidades y se mutilen los genios. Aj: asco. Ni que hablar de la amistad, ese circuito tridimensional donde el tercero con el segundo complotan contra el primero el segundo con el primero contra el tercero y el tercero con el primero contra el otro. Sólo el fútbol ata los furibundos egoísmos a un mismo ramillete o chaleco de fuerzas y los une en pos de una felicidad verdadera. Qué confundidos que están los idiotas, los inteligentes. No quisiera que esto sea una novela. No. ¡No! Otra más no. Volveré a las drogas pesadas o me haré planta. Magnolia, helecho, malvón, petunia, ortiga. Por qué no ortiga. Este es mi testamento. No miraré atrás, no sé lo que escribí, no quiero nada, no me hagan escribir una novela. Ya agarré el teclado y ya puedo ir para cualquier parte; tengo que terminar. No voy a escribir más, fue inútil. Morir, vivir. Soplar velitas. Parar taxis.