
Ya está y lo adelantamos el proemio al próximo volumen a editar por "DEL TRINCHE" - entertainment-: DIOS ES ARGENTINO (García) de x3 (al cubo). Necesitábamos un texto con justificado y lo mandamos a hacer a Mendoza de donde vino tempranillo. Casandra Bösch nos demuestra que todo es posible donde todo es posible. De pasar esta prueba volveremos a Leningrado.
En el principio era el título
Ante todo, atengámonos a los primeros datos en todo libro/texto/escrito que nos accede y su portada. Hagamos un elenco: título y autor por nombrar los que acompañan a la obra casi indefectiblemente. Descartemos editorial, año, prólogo, introducciones, notas de crítica y por supuesto los datos de su materialización que han permitido que el texto/escrito/libro se dé cita ante nuestros sentidos. Es posible volver sobre nuestros pasos y reconocer en estos no sólo una función informativa, sino formativa cuando no deformativa. Un título es como el nombre de una persona, o como un rostro, un CUIT o una huella dactilar, algo reconocible, clasificable, indexable, medible, pesable. Y un autor, es un sujeto de derecho imputable.
En este escrito/libro/texto nos encontramos frente a un autor-incógnita x3 (equis al cubo o podría ser tres equis, ya que la nomenclatura matemática se encuentra fuera de su cancha) y una sola proposición universal afirmativa que, como título que supongo caprichosamente provisional -que entiendo definitivo a lo largo del texto (y es lo único definitivo,)- Dios es argentino desenrolla su serpentina a lo leit motiv aguantador como masa madre y manufactura oral y popular argentina intercambiables.
Autor inimputable; título que sigue el mecanismo sofístico de una principiae petitio, pero en el terreno de la propiedad intelectual. Lo que no es de nadie, es de todos, pero si se sustrae para beneficio personal es una apropiación ilícita, pero, lo que es de todos no es de nadie. Y x3 no es nadie. O sea: algo parecido a alguien ejecutando un autoretroplagio.
Lo demás (ahora sí, tentaré al prólogo para que aparezca o mejor construiré para complacerme luego en la demolición –es un vicio-) es una tabla rasa, de picar carne, un teclado (keyboard: literalmente tabla de teclas), un snowboard (tabla para la nieve), una tabla de surf, de posiciones, de planchar, de calcular pitagórica o no, con caracteres cuneiformes, un papiro jeroglifado o los diez mandamientos, una ouija, la del 9 nunca tablas, o sí, tablas, un tablado, el escenario, nunca empate. Ahí vamos arrimando, me gusta.
Porque el escenario está pero entonces también el proscenio, las bambalinas, el público, el guión, el productor, la marquesina, el precio del boleto, la crítica, la competencia feroz de la taquilla, o no hay nada de eso. No, no hay nada de eso, sólo el texto. El texto de algo.
Un texto. O sólo un título.
Tampoco-tampoco
No es un libelo, una receta, una carta suicida, un diario íntimo-público, una sátira, un exlibris muy extenso, una colección de aforismos, un palimpsesto, propaganda encubierta. Ni una cosa ni la otra, no-no, eso tampoco-tampoco. Y el título, un gran pretexto. En el nombre de dios, que es argentino. Llamaremos entonces a la obra Dios es argentino un texto apenas y al título un pre-texto, el mejor pretexto. Y deberemos principalmente tomarle el pulso al título antes de continuar, comencemos por el medio que es un modo de decir sigamos, aunque no el único.
Tanto se ha expectorado sobre el ser argentino, y ríos de toner han corrido sobre su adn, su dni, su supuesta peculiaridad, su incomparable y comprobada resiliencia, sus mañas, costumbres, manías, virtudes, animosidades y los argentinos que nos ¡representan! en el mundo como íconos: Perón, el Che, Gardel, Maradona, Evita. ¿Pero y Dios? ¿Es argentino? Nein! Sólo es un gran título que revela bastante bien no la nacionalidad del Todopoderoso sino en una sola fórmula concisa y rotunda las virtudes, mañas, manías, animosidades y etcéteras del ser argentino, de forma magistral y sin tener que pagar derecho de autor ni royalties de ninguna especie. Lo que es de todos no es de nadie, como el aire.
Entonces lo que sigue, el texto, deberá -no necesariamente,- pero en efecto lo hace, no articularse con una tan llamativa marquesina que sólo es eso: un título-texto, un gancho, un teatro, un proscenio, toda la crítica, la orquesta, los extras y los acomodadores.
Y cómo se engancha, como puede. A veces como texto fósil o futurístico, esquivando todos los stoppers, dándose a todos los vicios y las licencias para matar y suicidarse (kamikaze: viento divino, a possibility), de bonhomía extraña y desquiciada (Dios aprieta pero no ahorca), con las defensas bajas por todos lados (Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires), un texto tarambana (¡ay Dios!), un descastado chorro de linfa virtual chicoteado y chicoteante (menos averigua Dios y perdona).
La mano de Dios, la cara de Dios, García el padre, Páez el hijo, Spinetta el Espíritu Santo. García es Dios, Dios es argentino.
No tengan miedo
Y más. En una loca carrera de cinismo chocarrero, cristianismo versión Paparazzi, filofascismo nihilista, alusiones al satanismo lo más poronga y chorizeos a punta de watch-o-pistola, hay visiones de la honestidad acelerada y entrega sin utilidad palpable, de resultas, trance.
Ja!
Un texto en trance cuya transmisión logorrítmica es acontecimiento emocionante que le llega bastante cerca al hueso, se han dinamitado todas las salidas y el latido pulsa al ritmo de una tormenta con rayos tropicales.
La perversión es sólo utilizada como medio para destruir los prejuicios morales y el conformismo, la mente y el deseo deben ser amorales, centrados y receptivos, para que la energía de la vida sea libre. (…) Los criterios culturales aceptados han destruido la afinidad mejor que cualquier otra creencia, por ello quien logra transmutar lo feo en una nueva estética logra obtener algo que se encuentra más allá del miedo.[1]
Preverbal a machetazos de verbo, sin amos, anónimo, no usufructuable, intransmisible, inclasificable, impublicable. Des-generado, desmadrado, despadrado, recién escapado de toda máquina axiomática, un texto virgen, una sola serpentina de la fiesta, segundos sagrados de toda risa-llanto incontenibles. Ah, sí, nueva estética de lo feo, donde la belleza fuggit con su rostro carcinoma de la última moralidad posible. Más allá del miedo, más allá del miedo. Un buen comienzo.
El texto incontenible por todos los bordes. Más allá del miedo se va sin miedo, y ojalá que nunca se vuelva.
Casandra Bösch,
Mendoza,
martes 11 de agosto de 2009.
[1] Austin Osman Spare citado por Julián Moguillansky en El surrealismo londinense de 1913 y otras rarezas de la compilación “Nosotros los brujos” de 2008, Santiago Arcos editor, Buenos Aires. La cita de Moguillansky a su vez está extraída de The Zoëtic grimoire of Zos en “Zos Speaks!”, AOS, Kenneth & Steffi Grant, Ed. Fulgur, Londres, 1998.