"lAs CaLuMnIaS dE pUtA cIuDaD pErTeNeCeN aL pUeBlO"


sábado, 4 de septiembre de 2010

EL INFIERNO ES EL DESCENSO





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Central necesita –en caso de que Kempes y Palma no quieran volver (las puertas están abiertas)- de un cuerpo de terapeutas, un combo de todas las corrientes en vigencia y ya no en vigencia, para analizar al plantel, y si es posible a directivos, empleados en general, socios e hinchada. Pero en fin, conociendo la pálida mentalidad de los egresados de la Siberia rosarina –o institutos todavía peores y pagos- mejor no. ¿Hay que quemar el Parque Independencia entonces?

Lo dejo a criterio del lector.

El problema va a ser que cuando el plantel se aclimate a la nueva categoría –que se ve que juega un fútbol en otra lengua y con reglamento desconocido- ya nos encontraremos sacando del medio en el potrero de Villa San Carlos; a saber: en la Metropolitana.

Y volveremos a otro jet lag, apunamiento, saudade, nostalgia del exiliado, asombro presocrático, shock, pérdida del marco referencial, demás patologías que estamos observando al día.

Tenía razón Nietzsche en su corrección del darwinismo: en casos como este de inadaptación al medio ¡hay que defender a los fuertes de los débiles!

Pero el árbitro del partido del día de hoy, oh, no ha tomado nota. El panóptico de T&C Sport nos llevará a la C, de la mano de estos jueces del pito que se arrepienten de un tiempo al otro. Ese tipo de mala gente que te regala algo y luego te lo reclama y se arrepiente. De un penal inexistente a favor a uno inverosímil en contra en el minuto 52.

Cómo: ¿en Paraná jugaban al fútbol?

Hoy nos enteramos hipócrita lector canalla. A qué intenta jugar Rosario Central es un misterio. Mr. Mostaza hoy se olvidó de las bandas, recurso para descomprimir el mediocampo cuando éste, como lo viene haciendo ostensible, no sabe demasiado qué hacer con la bocha y cómo conectar con esos dos puntas siempre abusados por las –frondosas- últimas líneas adversarias. Los fantasmas de Escudero y Scalice soplan la oreja de este curioso cronista, porque el de la B ya es de carne y hueso. Recen a los Guantes de Dios de Jorge Broun, un Lanari corpulento y redivivo, única esperanza, como siempre, para mantener la categoría.