
Increìblemente el lugar de mis jovenes veintipico se fue transformando. El espacio era un sòtano con olores rancios y pseudos psicobolches que desfilaban tras el 2X1 de la mas famosa cerveza brasileña. Recuerdo haber hecho los saltos ornamentales màs escandolosos y pueriles que permitian mi "escualido" cuerpecito de pez volador. Por supuesto habìa alguien que me secundaba para que no me quedara tatuado ese mosaico aspero lleno de cigarros, esnifadas y flujos orales. Gastè, gastamos el hìgado. Salìa con dos pesos y llegaba a mi sweet home Cordoba 2636 Street de la tuerca. A veces con signos de violencia fisica en el cuerpo, otras acompañado por mis patovas, amantes, sikarios con un gramo menos de sangre en alcohol que yo. Y ahora me entero que en la planta alta de ese refugio clandestino de caretas viene un estadista, sociologo, semiologo, oncologo a charlar sobre los destinos part idearios de mi puta ciudad.
Nino Triputti.