"lAs CaLuMnIaS dE pUtA cIuDaD pErTeNeCeN aL pUeBlO"


martes, 30 de junio de 2009

Cuento-ensayo sobre el lenguaje, el matrimonio y la expresión de los votos perpetuos





por María García
http://www.maria-garcia.com.ar/
maganet_@hotmail.com




La única razón por la que nunca nadie debería contraer matrimonio es por amor.

En nuestra sociedad occidental y cristiana existen innumerables buenas razones para conformar una sociedad conyugal en lo civil y en lo religioso: por soledad, mandato o deseo familiar, papeles de residencia, seguro social o con fines adoptivos, cargo de legado o testamento, aburrimiento, curiosidad, compasión, mandato social, experimentación, evasión o morigeración fiscal, obtención o prosperidad de estatus de diversa clase, mimetización con el grupo o estrato al que se pertenece, afecto, lástima, cumplimiento de promesa, deseo de ser madre o padre en un marco institucional aceptado, deseo de cumplir decenas de inveterados ritos y mitos sociales de iniciación y despedida (el ramo para las amigas, los atuendos de príncipe y princesa, la despedida de solteros, crear la propia familia, ser adulto, el otro como propiedad privada). Incluso pueden combinarse una o más de estas razones dando lugar a motivos ulteriores diferentes a los iniciales.

La ejecución consciente del himeneo por cualquiera de estas razones muchas veces funciona con buenos resultados siempre y cuando se mantengan con voluntad e inteligencia los propósitos que dieron lugar al vínculo; puede darse también que la unión efectiva fomente o suprima las razones primarias dando lugar a otras o en el segundo caso, determinando, en el mejor de los casos, la conclusión del vínculo por las vías destinadas a tal fin (porque como dice Houellebecq, no hay relaciones complicadas, hay relaciones insolubles)

Y a la manera de Bolaño podría seguir estirando este artículo con intrincadas y cotidianas asociaciones y combinaciones que incluyan los aciertos y desaciertos manipulatorios del derecho civil y el dogma cristiano con vistas a la conformación de una sociedad maleable y genuflexa, que asegure los beneficios para unos pocos mientras que a los demás se promete lo que la publicidad y la propaganda saben que no existe ni en los sueños de Bolaño, ni en las películas de Jodorowsky.

Yo sé que alguno podrá levantar la mano y argumentar que es demasiado evidente que carezco de contenidos suficientes para siquiera alcanzar la página A4, y que citar a dos ilustres referentes de la literatura actual y un cineasta-escritor-performer en sólo dos párrafos es un fárrago del peor mal gusto y de la mayor petulancia, lo menos un venero de mareo y confusión ante la profusión de citas y nombres alucinatorios, pero es que, en realidad lo que las personas buscan, es encontrar alguien que los quiera, lo dice Bolaño, y con esto sólo retomo y voy al grano.

La expresión de los votos perpetuos me parece una comprensible manifestación del deseo de ser amado y del miedo visceral del ser humano ante lo desconocido. Nunca una verdad que es de por sí provisoria y eventualmente falsa, ni siquiera una verdad en el sentido romántico del término, lo cual le da una holgura y flexibilidad notables.

Vivimos expresándonos por medio de un lenguaje lleno de trampas falsas, lo perpetramos y él moldea nuestro pensamiento, acciones, decisiones. En realidad cuando dos personas deciden unirse hasta el fin de sus vidas terrenales lo que expresan es el deseo de que esto suceda o la necesidad de participar en algo “grande” de carácter absoluto e inamovible ante la precariedad de la vida, de dar sentido a una existencia por la abnegación, el altruismo y el deseo de pertenencia, el “ser-en-el-otro”, venciendo a la muerte, por conquista pacífica o violenta (aunque la muerte siempre gane la partida). Y lo expresan en un momento y en unas condiciones dadas irrepetibles, que de hecho enuncia el estado espiritual de la persona en ese momento dado, el grado de abstracción, la necesidad de ser amado y las carencias de variabilidad constante homologadas por una frase ritual que tiene equivalente valor emotivo que decir: “te voy a matar”, “sos el mejor” o “la próxima guerra mundial es por el agua”.

Lo que nos sitúa en un terreno firme que es poco menos que una oscura caverna, a pocos pasos a nivel humanidad de manejar los genomas humanos sin que eso nos sirva para un corno y que tendrá el mismo valor que unas manos pintadas sobre las paredes de esa misma caverna, porque el suelo aún está lleno de fango, el lenguaje nos ata más eficientemente que cualquier yugo mientras que sólo queremos que nos amen, nos conozcan y nos digan quiénes somos como la única luz que tenemos.

Extraño ser el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere. Sólo le queda el delicioso fárrago, si es que sabe disfrutarlo, y deslizarse sólo en la montaña rusa del caos.