"lAs CaLuMnIaS dE pUtA cIuDaD pErTeNeCeN aL pUeBlO"


martes, 17 de marzo de 2009

Morir a los Trece

Osvaldo Bazán. Critica de la Argentina.
17.03.2009
Trece años tenía la nena. Trece. Iba caminando a visitar a su abuela. Tenía trece años. A los tres tipos no les importó nada que la nena tuviera trece años. Trece. Uno le tapó la boca, entre los otros dos la escondieron detrás de una casilla abandonada. La nena se defendió como pudo y, la verdad, mucho no pudo. Dio una patadita, intentó gritar, le doblaron los brazos, las piernas, la arrastraron, la nena veía todo con sus ojos de trece años y nada más. La violaron los tres a la nena de trece. A un tiempo, de a uno, de a dos. Le hicieron tal cantidad de barbaridades que de sólo leerlas dejarías el diario acá e irías a vomitar. Perdón, qué manera de comenzar la mañana. Reían, los tres, se reían de los trece de la nena, de las ropitas rotas, de las lágrimas se reían, esos tipos. Hay gente así, claro que hay gente así. Y son gente, no son monstruos, no son animales, no son chacales, no son extraterrestres, son gente que nació de una madre que dos veces abrió las piernas para permitirles nacer. Son gente que, casi en un ciento por ciento, son iguales a vos. Iguales. Son como vos. Y como la nena. Y se les caía la baba, y dormían y eructaban y se rascaban la panza y la nena como pudo se escapó. La nena de trece. Fue a su casa y con su familia fue a la comisaría. Alguien debía hacer algo. Eso no debía quedar así, claro. La cana la detuvo. Algo habría hecho la nena de trece, tan desarrollada, tan altita, tan tetoncita, tan moviendo el culito. Y la declararon adúltera. Y entonces la juzgaron, cómo no, que eso es la civilización, la justicia es la civilización y la condenaron. Pero no fue un tribunal así, aislado que la condenó. El tribunal decidió que mucha otra gente tenía que participar, que las cosas son así con las nenitas de trece que se hacen violar por tres hombres al mismo tiempo, tres hombres que siguen ahí, sentados a la vera del camino, esperando para violar a nenitas de trece.

La llevaron a una cancha de fútbol a la nena. Hicieron un pozo y la metieron ahí, desde las tetitas para abajo, enterrada. Con un pañuelo en la cabeza para que no siga seduciendo hombres de a tres. La nena gritaba desesperada, se retorcía la nena, para alegría de los mil hinchas fanáticos que en la tribuna gritaban de emoción, excitados con el juego. En la cancha, cincuenta tipos dispuestos a hacer justicia rodearon a la chica. Y entonces apareció el camión. El camión estaba lleno de piedras. Así de grandes las piedras. Los cincuenta tipos, libres de todo pecado, agarraron las piedras y con la fuerza del que se sabe justo impartiendo justicia, le acomodaron los piedrazos en la cabeza a la nena de 13, la pecadora seductora destruye hogares.

Después de un rato, con la hinchada ya entusiasmada, vino el aguafiestas. Un médico. El médico hizo pasar a las enfermeras que sacaron a la chica del pozo. La revisaron. Y sí, por suerte no estaba muerta y podía seguir recibiendo justicia. La volvieron a meter en el pozo para el segundo tiempo. Algunos parientes de la chica quisieron quejarse, allá al fondo. La policía por suerte siempre presente pegó unos tiros y todos se calmaron. Ah, murió un nene, pero bueno, avisaron que el policía va a ser castigado.

Todo esto es absolutamente real.

Ocurrió hace menos de medio año.

El 27 de octubre de 2008.

La nena se llamaba Aisha Duhulow (foto). Su abuela vive en Mogadisco, Somalia. El hecho ocurrió en Kismayu, una ciudad portuaria al sur del país. Las autoridades de la ciudad, donde Aisha hizo la denuncia, son una coalición entre el clan Al Shabab y las milicias del clan. Los de Al Shabab dijeron que la nena estaba contenta de ser juzgada por su delito. Los tres violadores no fueron buscados.

La noticia fue, claro, noticia en todo el mundo. Reuter distribuyó un cable a todo el mundo. Hubo marchas y quejas. Hubo pedidos de informes y Amnesty se puso como loco.

En la Argentina sólo el sitio Tucumannoticias.com pegó el cable.

Ni el aristocrático La Nación, ni el vendido Clarín, ni el ultraká Página/12. Ni siquiera este diario, tan cosmopolita él. Acá estábamos a punto de terminar con Bailando por un sueño y discutíamos por entonces la imputabilidad de los menores. No teníamos tiempo para el mundo.

El mundo está ahí y ya no lo vemos.

En Somalia también hay un montón de gente a favor de la pena de muerte. A quién matar es lo de menos. Lo importante es que hay gente que está convencida de ser tan moralmente superior que sabe que puede tirar la primera piedra. Lo importante es que se creen con ese derecho. La Argentina se está llenando de somalíes. Qué pena.