
Podrán decir que soy un Soñador.
Pero Soy el Único.
Los Muchachos del Barrio, siempre tan dados para la confabulada burla, con mueca jocosa y habilidad para la saña, le pusieron “Soyo”. Como reían ante la garrafal amenaza de Soyo, indignado mientras iba al Arco. La inocencia hace felices a los crédulos. La recelosa bronca de Soyo, empero, duraba apenas segundos. Tan pronto amainaba la afección del adverso golpe acusado, Soyo se sabía poseedor de una venganza sumamente enorme. Con Cerrar los Ojos o Darse Vuelta los condenaba a la radical Desaparición.
Pobres pibes. Lo que nunca podrán saber- jugando al Gol-Entra indiferentemente-, es su triste, tristísima verdad: que son el fruto de la Imaginación de Soyo; que basta su Ausencia, para conminarlos a la oscura cerrazón del No-Ser.
Pero acaso no les importe. Prefieren torpemente otro Gol; prefieren No-Ir-Al-Arco. Su vago anhelo de Sombras es meramente ese. Por eso Son Felices. Porque es Feliz el que No Existe.
De la antología
"El solipsismo en Tablada y La Sexta",
editorial municipal, 1996