(¿Fito is dead?)
“Es más entretenido
y más barato”
y más barato”
La teoría de “los dos Fitopáez” es conocida, reconocida, y aceptada por casi todos. Al menos por una generación. Quizá decir, una generación con cierto vicio de abulia e hipocresía y que se sintió un día defraudada, defraudada por el ídolo. Hay dos Fitos Páez dice la teoría. Uno primero, otro después. El primero es genial, certero, infalible, abrumador, cautivante. El segundo se entrega; en el peor de los casos “se vende”. Se vuelve un poco chanta. Hace fama y se hecha a dormir. Mi amigo Poyo tenía un desarrollo más lírico de esta teoría. El “Fito Páez” original un día es abducido por un agente del poder extraterrestre – no se sabe con qué fin irrisorio -, que, para disimular su falta en la tierra, devuelve al mundo una copia en apariencias idéntica y en realidad berreta, relajada, tranquilizante, adaptada al medio, entregada a la rutina. Mediocre y adulta. Una versión local y deceptiva de una fábula ya elaborada por los Beatles donde el sujeto desaparecido era Paul Mc Cartney, aunque su secuela fue seguir al contrario haciendo una música pareja de por vida. Para mucha gente Paul Mc Cartney está muerto y Elvis Presley vivo. No hay consenso unánime en cuanto al momento en que ocurrió la desgracia, el accidente de inflexión que introdujo al suplente tránsfuga. La clase 74 lo ubica en general en la era de “Tercer Mundo”. Pero sé que los más chiquitos todavía hicieron catarsis con “El Amor Después del Amor”. Hay una fase de la

Debo confesar que formé brevemente parte de un grupo de “Recuperación del Fito Páez Auténtico” en la misma época en que adherí con mi firma a una asamblea de “concientización futbolística” que bregaba por “un menottismo sin Menotti” que tenía una unidad básica en el barrio Refinería. El grupo aquel era una junta de flamantes ex niños empeñados en conservar en la heladera el esplendor de un embeleco posinfantil que hacía centro en la imagen de aquel Fito Páez rebelde y agresivo con antenas charlianas para captar los últimos modales pop (el de “Ey!” y “Ciudad de Pobres Corazones”), pero también un poco folclórico y prodigio (el de “Giros”…). Pasó que crecimos todos, el probable “Fito Páez” y nosotros, diez años menos adultos. El ídolo se asustó de estar al palo, vio como se iban muriendo Lucas Abuelos Mouras como un día Morrisones o Brian Jones, quizá vio de cerca lo que era ser Charly García; y ser un segundo Charly García o un García de la Segunda no era demasiado para tanto sacrificio. Un día hay que tratar de parar de crecer y sentar cabeza. Empezar a disfrutar la placidez mansa de quedarse al lado del camino. En es general un destino rosarino. Para aburguesarse no

Después de todo escribir este tipo de crónicas por auspicio del consentimiento y el consenso generacionales, es más de eso, la ética mansa y tranquila de estar al lado del camino.
Tincho Zapalla, especial para "P.C."