
Cuando me topè con las andanzas de Henry Chinaski (alter ego de Bukowski) no pude controlar el delirium tremens que provoca el exquisito sabor de ese elixir de la vida. Hasta mi viejo paladeo ese maratòn de resacas de puño y letra de aquel ebrio peleador y mosca de bar. Lleguè a tal fanatismo que me hice escribir uno de sus poemas en una remera: Ni Lo Pienses. Ahì les va algo del gran Hank.