.jpg)
Se trata, creo, de una casa ubicada en 3 de febrero al 3900. Ha sido intervenida por algún anónimo artista canaya; manifestación precisa de arte bruto e incluso involuntario, ya que hay altas probabilidades para suponer que sus agentes no buscaron por fin el acto artístico. Pero la experiencia artística no pide carnet ni es una institución, ni siquiera necesita de un sujeto biográfico llamado “artista”: se aparece en cualquier lado, y su receptor es cualquiera e incluso irrumpe ahí mismo como actor. Concibo más efectividad artística (artisticidad como diría Macedonio) en ciertas pintadas callejeras brutales como éstas que por ejemplo en las caricaturas que se ven en el muro de la avenida Avellaneda donde posa toda la iconografía del parnaso fellinesco de Central. Además, hay algo auténticamente canalla en esto: popular y no populista: contra un caricaturismo masivista un expresionismo clandestino y sin objeto sociabilizado. Arte povera barrabrava. Expresionismo abstracto-icónico: anarcofascista. Es el anarcocentralismo. Lo lamento por los dueños, igual tenían que pintarla.